La cirugía del recubrimiento conjuntival es una de las opciones más útiles en el tratamiento de la patología grave de la superficie corneal. Cuando hablamos de superficie ocular nos referimos a las capas externas de la parte anterior del ojo que se encuentran expuestas al medio ambiente. La “pared” del ojo está compuesta por una parte blanca llamada esclera y una parte anterior transparente denominada córnea. Los párpados protegen esa parte anterior del ojo y actúan como un limpiaparabrisas al parpadear. Tanto la parte blanca del globo ocular (esclera), como la cara posterior de los párpados están recubiertas por una fina membrana que tiene delicados vasos sanguíneos. Esa membrana se denomina conjuntiva. La parte más externa (anterior) de la córnea está cubierta por su epitelio y este a su vez está cubierto por una capa de lágrimas. Es decir que la superficie ocular que está en contacto con el aire esta tapizada por el epitelio de la córnea (recubierto por lágrimas) y por la conjuntiva (que tapiza la esclera). Esta superficie ocular puede sufrir enfermedades o puede ser agredida por agentes físicos o químicos. También determinadas cirugías alteran su integridad. Para su reparación, una de las indicaciones es la cirugía del recubrimiento conjuntival. Los recubrimientos conjuntivales pueden ser monopediculados y bipediculados. Esto significa que el cirujano toma un sector de la conjuntiva, lo corta parcialmente y lo desplaza ubicándolo sobre la córnea enferma. Este segmento de conjuntiva no se corta totalmente sino que mantiene una conexión con el área en donde estaba ubicado originalmente. A esto se le llama colgajo y esa conexión se denomina pedículo. Puede ser con un pedículo (mono-pediculado) o con dos pedículos (bipediculado). Al mantener ese vínculo con su sitio original, el recubrimiento mantiene su nutrición por los vasos sanguíneos del pedículo que lo mantiene conectado con el resto de la conjuntiva. El colgajo se mantiene en su nueva posición gracias a puntos de sutura que en general se extraen al poco tiempo de la cirugía, o puede colocarse con el uso de adhesivos tisulares. El beneficio que se espera conseguir es favorecer la resolución de patologías graves de la superficie ocular, principalmente de la córnea. Cuando se ubica tejido conjuntival encima de la córnea (recubrimiento) significa que le estamos acercando a la córnea un tejido ricamente vascularizado (con numerosos vasos sanguíneos) que le aporta células pertenecientes a las defensas inmunológicas del organismo. También aumenta la inflamación con un aumento de la cicatrización, logrando mejoría en la estructura de la córnea.
En síntesis, el recubrimiento conjuntival se aplica fundamentalmente en inflamaciones, infecciones y adelgazamientos de la córnea. En muchas enfermedades de la córnea el recubrimiento conjuntival se emplea como paso previo a otra cirugía como los trasplantes corneales. En estos casos el recubrimiento pone al ojo en mejores condiciones para enfrentar una cirugía posterior más compleja.
Las complicaciones las podemos dividir en trans operatorias (que acontecen en el acto quirúrgico) o post operatorias (que acontecen posterior al acto quirúrgico). Dentro de las trans-operatorias puede presentarse la perforación ocular o el desgarro de estructuras adyacentes a las lesiones a tratar, que pueden ser producidas por la fragilidad de los tejidos inflamados. Una de las complicaciones postoperatorias es la retracción del recubrimiento. Es decir que el tejido conjuntival del colgajo pierde su anclaje en el tejido corneal y deja al descubierto el área de la córnea enferma. Esta es una complicación frecuente. Si ocurre se puede efectuar un nuevo recubrimiento. Otras complicaciones postoperatorias están más vinculadas con la patología que se está tratando y no con la cirugía del recubrimiento; por ejemplo, puede ocurrir una diseminación de la infección hacia el interior del ojo (endoftalmitis). La endoftalmitis es un cuadro muy severo que en muchos casos, y a pesar de un tratamiento adecuado, puede conducir a la pérdida definitiva de la visión. También puede ocurrir que la enfermedad evolucione hacia la perforación de la córnea poniendo en serio riesgo la visión del ojo. Dejadas a su libre evolución muchas de las enfermedades en las que está indicada la cirugía de recubrimiento conjuntival pueden conducir a la pérdida definitiva de la visión al progresar una severa infección de la córnea hacia el interior del ojo (endoftalmitis). Otras enfermedades al progresar pueden terminar en una perforación de la córnea con un severo riesgo de pérdida total de la visión.